"El placer de prohibir"
Artículo de opinión, por Albert Puyuelo
Cada año, miles de senderistas mueren en las montañas por culpa de ciclistas. Empujados por barrancos o brutalmente arrollados por bicis que pasaron sin piedad por senderos que deberían estar destinados solo para caminantes. Por culpa de las bicicletas, bosques y campos se han convertido en un terreno hostil difícil de pisar si no es con dos ruedas y pedales. Lo que antaño era naturaleza, ahora son espacios de recreo, tristes yermos ocupados por inmaduros salvajes.
Obviamente y, por suerte, esto no es así.
Los que habitualmente vamos en MTB sabemos que senderistas y ciclistas comparten un mismo espacio sin problemas. La base, como en casi todo, es el respeto mutuo. Sin embargo, con el boom ciclista post-pandemia, las personas han cambiado sus costumbres y ahora hay más gente paseando por los montes y más ciclistas circulando por senderos y pistas forestales. Por lo tanto, estamos hablando de “nuevos usuarios de la montaña”. Y cuando hay alguna novedad (algún cambio) siempre hay gente reticente. Quejas.
Este boom ciclista ha puesto en bandeja que algunos ayuntamientos quieran prohibir el paso de ciclistas por los senderos. Pero es algo que viene de lejos. Hace años que en lugares como la Serra de Collserola (Barcelona) varios municipios tienen sobre la mesa un plan de prohibición de uso recreativo y deportivo de la bicicleta. Si se aplicara, el ciclismo quedaría relegado a paseos por pistas forestales muy amplias y que sean perimetrales por la sierra.
Este tipo de prohibición podría dar paso a propuestas como (no es broma, ya se oyen campanas) pedalear por espacios autorizados por GPS para controlar la velocidad, identificar a ciclistas con un carnet de usuario, placas para los vehículos… y un sinfín de ideas de lo más rocambolescas y, por supuesto, bicifóbicas.
La cuestión es por qué se llega al extremo de querer limitar un deporte. Las razones que esgrime la minoría prohibicionista tienen que ver con supuestos planes de conservación de la naturaleza, por lo que están directamente acusando a los ciclistas de montaña de dañar los senderos. Pero, ¿es cierto que el MTB puede destrozar los bosques? En general, no. Pero si no se circula con respeto hacia la montaña, puede que sí. En este mismo número de Tradebike hemos publicado un artículo de Trek que da muy buenos tips sobre como circular por senderos y ayudar a conservarlos. Con información todo es más fácil y, con ella, el respeto nace solo. La falta de respeto siempre es falta de información.
La bicifobia es real, y seguirá incrementando si las autoridades siguen lanzando propuestas de limitaciones para ciclistas.
Como usuario de MTB, puedo afirmar que estos últimos dos años ha incrementado la aversión hacia el ciclista, lo vivo en mi propia piel de vez en cuando. Pero nunca sucede con el senderista de toda la vida, con éste te cruzas, buenos días y sonrisa mutua. Los que siempre te ponen mala cara son aquellos que han decidido pasear por la montaña un fin de semana, a la cual acceden en coche. Ok, me he pasado, no quiero estigmatizar. No sea que alguien quiera ahora prohibir el paso de domingueros.
Otro tema preocupante son las trampas, cada vez más habituales. A veces son piedras colocadas estratégicamente en medio de senderos, otras veces son troncos… y alguna vez incluso pinchos. La bicifobia es real, y seguirá incrementando si las autoridades siguen lanzando propuestas de limitaciones para ciclistas. Esto envía el inequívoco mensaje de que las bicicletas son un problema para la montaña y para la convivencia. Normas y más normas para dejar contenta a una minoría que, seguramente, tiene amistades en algún ayuntamiento.
Es curioso que se pueda prohibir el paso de bicicletas por un sendero pero se permita que la gente camine por él. Ojalá no se prohíba nada, pero alguien nos puede explicar, por poner un ejemplo, ¿por qué un par de bicis dañan un sendero y, en cambio, un grupo de diez senderistas y dos perros no? Todos sabemos que ambos grupos aman la montaña y su última intención es destrozar nada.
Como ciclista, tengo siempre en mente el lema de “una salida, un residuo” y siempre que veo algún escombro que me pueda llevar, lo quito del monte. Amo la montaña y me enfado cada vez que veo que el ayuntamiento ha decidido cortar árboles, arrasar el sotobosque o ampliar caminos. Llevo años pasando por los mismos senderos y trialeras. He visto cómo evolucionan y puedo afirmar que las bicicletas no modifican el entorno. ¿Sabéis en qué momento cambian los senderos y aparecen destrozos reales? Cuando llueve fuerte. Y si alguien ha talado los árboles de la zona, entonces la lluvia afecta con más fuerza. Pero nunca por el paso de ciclistas. He pasado por las mismas raíces y las mismas piedras cientos de veces.
Si decimos que estamos en contra de todas estas normas que se supone que se han creado para favorecer la convivencia, puede parecer que estemos lanzando una perorata contra la convivencia. Pero en realidad es al revés, ya que prohibir es lo que daña la convivencia. Es más fácil prohibir que informar o proponer propuestas útiles, como el trailbuilding.
En una entrevista televisiva (de hace unos años ya) a una de las personas que quiere limitar el uso recreativo de la bicicleta en Collserola, le preguntaron: ¿Caben más bicis? Y él respondió: “Siempre y cuando se respeten las normas”. Y luego le preguntaron sobre accidentes entre bicis y senderistas. Su respuesta fue “Recibimos quejas. Afortunadamente no ha habido accidentes.”
Quejas. En fin…
Tradebike & Tri, Bike and triathlon community